| ¿Qué clase de sacerdote? |
Un tiempo atrás me
surgió el cuestionamiento acerca de ¿qué
les llama la atención a los jóvenes de la espiritualidad sacerdotal de Don
Bosco hoy? Es decir, al pensar en Don Bosco sacerdote ¿existe alguna
particularidad en su modo de ser y obrar que lo describa y sea significativo
para los jóvenes, quienes son destinatarios de su ministerio sacerdotal en la
Iglesia?
Sin dudas, Don
Bosco fue madurando su vocación sacerdotal y junto a ella una particular
espiritualidad en una época y en un
contexto determinado. Aparece aquí la pregunta sobre lo cierto del
asunto, es decir, ¿qué fue lo que
caracterizó más fuertemente la espiritualidad sacerdotal de Don Bosco en su
tiempo? Podemos también cuestionar ¿hubieron personas que lo motivaron a
optar por un modo concreto de ser sacerdote?, ¿quiénes inspiraron la espiritualidad sacerdotal de Don Bosco?
Por último, cabe
preguntarnos acerca de qué nos dice hoy a
los futuros salesianos sacerdotes la espiritualidad sacerdotal de Don Bosco,
y junto a esto, ¿tiene algo que decir-testimoniar nuestra especificidad
vocacional a los jóvenes de hoy como Salesianos de Don Bosco?
Estos
cuestionamientos me brotaron al poner la mirada sobre la dimensión espiritual
del sacerdocio de Don Bosco, y a los cuales quise dar respuesta con este breve
escrito.
¿QUÉ
LLAMA LA ATENCIÓN A LOS JÓVENES DE LA ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL DE DON BOSCO?
Se me ocurrió
cuestionar a un pequeño grupo de jóvenes, varones y mujeres, acerca de la espiritualidad
sacerdotal de Don Bosco, y esta fue la consigna concreta que recibieron y que
espontáneamente respondieron: Menciona una o dos características de la
espiritualidad de Don Bosco como “sacerdote”.
Los chicos y chicas
que dieron su parecer son jóvenes pertenecientes al Movimiento Juvenil
Salesiano de Buenos Aires, Corrientes, Salta, Santiago del Estero y Tucumán,
quienes están formados en Salesianidad, participaron en encuentros y
capacitaciones salesianas, tienen experiencia de la persona de Don Bosco, y se
relacionan habitualmente con salesianos sacerdotes, teniéndolos como asesores
en sus grupos, acompañantes espirituales o confesores.
Las respuestas
fueron muy variadas, y hubo coincidencias que permiten agrupar las opiniones de
la siguiente manera:
-Padre: “Don Bosco era paternal, tenía
la particularidad de ver a los chicos y saber cuándo necesitaban acercarse a la
confesión; miraba el corazón…”.
-Maestro: “Don Bosco fue un auténtico
educador…”.
-Amigo: “Don Bosco era para los jóvenes,
misericordioso, fraterno, paciente, digno de confianza…”.
-Devoto de María: “Don Bosco confiaba en
María, cuando se le presentaban situaciones difíciles siempre se las
encomendaba a ella…”.
-Fiel seguidor de Jesús, confianza en Jesús,
alegre y optimista, piadoso: “Don Bosco tenía en claro que seguía los pasos
de Jesús, confiaba en Él, creía en serio que Jesús se encontraba en el otro, en
los jóvenes y en la Eucaristía (algo innegociable para él, era celebrar la Misa
con los jóvenes…)”.
-Humilde, servicial, caritativo, visionario,
sensible a los jóvenes más pobres: “…hablando no solamente de pobreza
material sino también espiritual y afectiva”.
Sin dudas, se trata
de una caracterización sumamente parcial de la temática que estoy tratando, ya
que es la agrupación de las respuestas de un grupo muy pequeño de jóvenes, pero
me permite reconocer los rasgos de Don Bosco sacerdote que les llaman la
atención a “algunos jóvenes” y dar un paso en la reflexión presente al
considerar las características que los estudiosos de la espiritualidad de Don
Bosco traen a nuestro conocimiento.
No son pocos los
autores quienes investigaron y estudiaron, y aún lo hacen, recurriendo a las
fuentes históricas y testimoniales acerca de la vida espiritual de Don Bosco.
Aldo Giraudo, Pedro Braido, Francisco Desramaut, Pedro Stella, Fernando Peraza,
son algunos de los más reconocidos en esta materia. Las apreciaciones de los
jóvenes coinciden en general con lo que estos autores exponen, lo cual me
permite “dar contenido” más profundo a lo que los jóvenes expresaron.
¿QUIÉNES
INSPIRARON LA ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL DE DON BOSCO?
Don Bosco comenzó a
formar su interioridad sacerdotal en su infancia, ya que desde pequeño sintió
inclinación a trabajar por los chicos de su ambiente campesino y en condiciones
similares a las suyas, con quienes tuvo una singular sintonía pastoral[1].
Peraza afirma que tal vez el “sueño de los 9 años” es el momento en el que
empieza a advertir conscientemente la moción vocacional del Espíritu que está
latente en su corazón y que ya actúa, infundiéndole los primeros dinamismos
vocacionales de entrega a los muchachos. La actitud sobre todo de su madre, que
manifiesta ante la abuela y ante los hermanos de Juan la posibilidad del
sacerdocio, puede haber marcado el comienzo del proceso de clarificación
vocacional[2].
Luego, iniciado el
discernimiento vocacional, también las experiencias tenidas con los sacerdotes
de su época tuvieron incidencia en la espiritualidad sacerdotal. Estas fueron,
por un lado, experiencias negativas en las que Juan constata que hay lejanía
por parte de algunos sacerdotes, y también imposibilidad de depositar en
alguien sus confidencias y discernir sus procesos vocacionales y de vida
espiritual[3]. Y
por otro lado, experiencias positivas, tales como su relación con el anciano
sacerdote Juan Calosso, cuyo trato habitual lo llevó a tener un conocimiento
íntimo y recíproco, y una gran confianza; para Juan, Calosso es su “amigo”, su
maestro y su director espiritual[4].
Más adelante, al
ingresar al seminario de Chieri, Juan se encuentra con un modelo particular de
presbítero y de espiritualidad, cuyos valores formativos fueron dando
consistencia doctrinal a la mentalidad sacerdotal, dentro de la cultura
teológica y espiritual de su tiempo[5]. En
el seminario se requería un ambiente propicio para el trabajo del confesor,
para el coloquio espiritual, para que la doctrina fuese asimilada por los
clérigos[6]. Lo
demás debía girar en torno a los objetivos de los estudios, la disciplina común,
la adquisición de virtudes, la formación de un modo de ser propio del
sacerdote, que debería ser testimonio para los fieles y su pastor y guía[7]. En
este contexto, las que llegaron a ser características fundamentales y prácticas
de la espiritualidad presbiteral de Don Bosco reflejaron siempre el aprendizaje
de sus años seminarísticos: frecuencia regular del Sacramento de la penitencia,
el espíritu de gratitud a Dios por el don vocacional, la unión incesante con
Él, el habitual espíritu de recogimiento, la devoción mariana, el espíritu de
“fervor” y de “alegría”[8].
En el Convitto
Ecclesiástico, ya ordenado presbítero, Don Bosco va configurando en sí mismo el
sacerdote que, a través de las experiencias de su infancia y de su juventud, se
había ido perfilando en su corazón. Y los años del Convitto son punto de
arranque para la caracterización específica del estilo educativo-pastoral de su
presbiterado[9].
Sobre todo, la intensa relación de Don Bosco con el sacerdote José Cafasso dejó
una huella indeleble en su sacerdocio, y algunos elementos de espiritualidad
que sugieren esta influencia son la confianza en Dios, el sentido religioso del
deber y la santidad de la vida ordinaria, la fidelidad al sacramento de la
Confesión, la devoción filial a la Virgen, el sentido de Iglesia y el amor al
Papa, la solicitud apostólica por los jóvenes pobres, el corazón pastoral que
acoge al penitente, perdona y alienta[10]. Ante todo, Don Bosco
acentúa como núcleo básico de su espiritualidad presbiteral, la caridad
pastoral y la capacidad de amar y de hacerse amar en la entrega ordinaria de su
ministerio[11].
Cabe mencionar
también que, más allá del testimonio directo de Cafasso y de la “sintonía” con
él, hay otras figuras pastorales de trasfondo que inspiraron una empatía
espiritual y una serie de convergencias en las actitudes de la vida y de la
acción de Don Bosco, tales como Francisco de Sales, Vicente de Paúl, Alfonso
María de Ligorio, Felipe Neri e Ignacio de Loyola[12]. Fueron éstos modelos de
unión con Dios, mansedumbre, caridad, paciencia, predilección por los más
necesitados, dulzura, bondad, etc.
¿QUÉ
CARACTERIZÓ LA ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL DE DON BOSCO EN SU TIEMPO?
Al dirigir la
mirada sobre Don Bosco sacerdote, quien recorrió un largo camino de
interioridad, no resulta fácil delimitar y describir los aspectos de su
espiritualidad sacerdotal, ya que Don Bosco es “todo entero”, “uno”, y su
ser-sacerdote fue ser-padre-maestro-amigo-educador, etc…, todo al mismo tiempo.
Su espiritualidad no pierde contacto con las demás dimensiones de su persona. A
pesar de esto, considerando y retomando las apreciaciones de los jóvenes
mencionadas al inicio, “dándole contenido” a las breves expresiones y siguiendo
al Padre Fernando Peraza, se pueden señalar algunos puntos de la originalidad
de Don Bosco como presbítero.
-Padre, maestro y amigo: La
espiritualidad sacerdotal de Don Bosco estaba marcada por su ser sacerdote
educador y maestro. Vivió una experiencia histórica concreta, una síntesis
entre pastoral y educación. Como su sistema educativo, así mismo su sacerdocio
fue él mismo en acción, en la praxis; no una serie de conductas ocasionales e
intuitivas, sino un modo pensado, inteligente, de ser y de actuar[13].
Ahora bien, lo verdaderamente original de ser Pastor-Educador fue su estilo.
Don Bosco fue Pastor que reunió, que enseñó, que guió, que presidió y que
sirvió a sus muchachos, a la Comunidad Religiosa de sus hijos salesianos. Fue
un padre que educó profetizando, celebrando, evangelizando, que catequizó. Lo
hizo de una manera muy sencilla e inteligible, pero sobre todo, haciéndose amar
él mismo, haciéndose amigo, para que entendieran el magisterio que nacía de su
experiencia y de su reflexión y lo vivieran[14], siempre atento a la
presencia del Espíritu y haciendo todo por amor de Dios[15].
-Devoto de María: Don Bosco tuvo un
corazón mariano. Su vocación sacerdotal se perfiló en el Primer Sueño a la luz
de María, Madre y Maestra de su misión pastoral, y esa presencia lo acompañó
siempre, cumpliendo con él una verdadera “mediación espiritual y pedagógica”[16], lo
guió y sostuvo constantemente[17].
Además, la devoción mariana tuvo en la espiritualidad sacerdotal de Don Bosco
una fuerte función pedagógica en la relación con los muchachos de su Oratorio[18].
-Fiel seguidor de Jesús, confianza en Jesús,
alegre y optimista, piadoso: Según Cafasso, maestro espiritual de Don
Bosco, el único modelo de sacerdote es Jesucristo; la conformación a Cristo en
el espíritu, en los sentimientos, en los pensamientos y en la misión es el eje
de toda espiritualidad sacerdotal[19].
Así, Don Bosco halló en Jesús, el Buen Pastor del rebaño, el amigo de los
pobres y de los niños y el paciente educador de sus discípulos, la imagen
suprema y el continuo punto de referencia de su identidad sacerdotal. Esta
imagen, en verdad, fue la síntesis de su misión, la utopía por excelencia de su
espiritualidad, la razón y el motivo último que explicaron el itinerario de fe
de su vocación sacerdotal[20].
Don Bosco fue, además, un tipo peculiar de sacerdote cultual, que presidió la
Eucaristía en la que su grey celebró la liturgia de la vida, como pueblo
sacerdotal que él congregaba, condujo y santificó con la gracia de su
sacerdocio; pero que lo hizo educando en la fe a sus jóvenes. Don Bosco fue
sacerdote que “confesaba”, y confesando educaba; y sirviendo de mediación
sacramental, santificaba y generaba a la Vida Nueva en Cristo y llevaba al
crecimiento a un tiempo cristiano y terreno a sus muchachos[21]. El sacerdote, según lo
concebía Don Bosco, y que había ya tratado no sólo coherente sino
apasionadamente de ser él mismo, tenía que imitar a “Jesucristo, que se hizo
pequeño con los pequeños y llevó sobre sí nuestras propias enfermedades…”; que
había hecho perceptible el amor que profesaba, porque sabía que sólo quien se
siente amado ama, y que el educador que es amado puede hacer todo el bien
posible a sus jóvenes[22].
Así, las Constituciones salesianas conservarán esta vivencia de Don Bosco,
aseverando que la espiritualidad salesiana encuentra su modelo y su fuente en
el corazón mismo de Jesucristo[23].
Por último, Don Bosco sabía que era un contemporáneo de sus muchachos, los
cuales lo necesitan como “padre” y como “amigo”, y que, para ser lo uno y lo
otro debería ser aquello que siempre había soñado ser para sí y para ellos,
“sacerdote”; un “sacerdote” que, para serlo, tenía que poseer la alegría que
brota espontánea de un joven cuando se siente amado de veras como joven, porque
quien lo ama así, lo conoce, o cifra en él la confianza de que podrá abrirse en
la vida una senda de esperanza, no ilusa, sino verdadera. Don Bosco fue
sacerdote para los jóvenes, porque Cristo había amado con predilección a los
jóvenes, sobre todo a los jóvenes pobres. Esa era, en definitiva, su lógica
elemental y razón de su vida. Siempre pudo afirmar que su delicia era estar con
ellos, y por esto les insistía sin cesar: “¡Estén siempre alegres!”[24].
-Humilde, servicial, caritativo, sensible a
los jóvenes más pobres: Don Bosco fue un presbítero “todo para los demás”:
¡Trabajo, trabajo, trabajo! Este debía ser un imperativo vital y la aspiración
mayor del sacerdote, no cansarse jamás de trabajar. ¡Cuántas cosas podrían
hacerse que redundaran en una mayor gloria de Dios! Para Don Bosco, un
presbítero era sacerdote cuando, tal como él lo experimentó en su vida y como
quería a sus salesianos sacerdotes, tiene hambre y sed del Reino y se deja
invadir por la caridad apostólica[25].
Finalmente, del
amor de Don Bosco a Cristo nació inseparable el amor a su Iglesia[26], y
así, fue un sacerdote que sintió y vivió en su espiritualidad el diálogo y la
solidaridad eclesiales[27].
Hizo de su copiosísima producción editorial una catequesis popular, apologética
y polémica, para salvar y educar la fe de los fieles. Y por esa misma
conciencia eclesial, envió a sus hijos a países extranjeros en donde se
deterioraba la vida cristiana de los emigrantes italianos, y en donde corrían
peligro de extinción los reductos indígenas[28]. Las misiones son la
culminación territorial y pastoral de su proyecto oratoriano. Don Bosco quiso
ser párroco de sus muchachos en su parroquia oratoriana emigrante y en su
parroquia oratoriana de los terrenos de la Casa Pinardi[29].
UNAS
ÚLTIMAS PALABRAS…
Luego de
responderme a las preguntas acerca de qué les
llama la atención a los jóvenes de la espiritualidad sacerdotal de Don
Bosco hoy, y de realizar una caracterización aproximada de tales rasgos, me
queda por contestar ¿qué nos dice hoy a
los futuros salesianos sacerdotes la espiritualidad sacerdotal de Don Bosco?
Personalmente,
redactar este breve ensayo me hizo pensar en las fuentes de mi espiritualidad
salesiana-sacerdotal, cuáles son los elementos más fuertes que permanecen, y
cuáles son sus fuentes. Es decir, me llevó a reconocer en mis acompañantes
espirituales, confesores, salesianos, la transmisión de la espiritualidad, de
un modo particular de predilección por los jóvenes, aprecio a María, amor a la
Iglesia, devoción a la Eucaristía, idoneidad educativa... Y también, a tomar
conciencia de que, así como Don Bosco tuvo modelos, nosotros debemos tener
siempre como modelo de salesiano-sacerdote a Don Bosco, quien fue una persona
que hizo y nos dejó en herencia una experiencia concreta de vida interior[30]. Y
junto a esto reconocer la tarea de encontrar y alimentar nuestra originalidad
en la propia vocación, nuestro aporte a la especificidad del sacerdocio en la
Congregación, en la Iglesia, para los jóvenes.
Además, creo que
los testimonios de los jóvenes acerca de la espiritualidad sacerdotal de Don
Bosco, no hablan solamente de Don Bosco, sino que también “dicen algo” de la
experiencia que ellos y ellas tienen con los salesianos sacerdotes, y qué es lo
que de ellos valoran de su espiritualidad sacerdotal. Esto me lleva a preguntar
si los jóvenes reconocen la auténtica espiritualidad de Don Bosco, o la intuyen
solo superficialmente… ¿Será la tarea de los salesianos sacerdotes
transparentar, testimoniar más la originalidad de la espiritualidad sacerdotal
que heredamos de nuestro padre? En este sentido, el Padre Peraza dice a los
salesianos sacerdotes que “No hay nada más grande que puedas ofrecer a tus
hermanos y a los jóvenes que el ´don´ de tu Sacerdocio vivido con el espíritu
pastoral de Don Bosco”[31].
[2] Idem.
[3] Ibídem., p 19.
[4] Ibídem., p 16.
[5] Ibídem., p 28.
[6] Idem.
[7] Idem.
[8] Ibídem., p 29.
[9] Ibídem., p 31.
[10] Ibídem., p 34.
[11] Ibídem., p 36.
[12] Ibídem., p 40.
[13] Ibídem., p 45.
[14] Ibídem., p 56.
[16] Cf. PERAZA LEAL, F., Perfil Sacerdotal de
Don Bosco, p 75.
[17] Cf. Constituciones y Reglamentos
Generales - Salesianos de Don Bosco, p 21.
[18] Cf. Guiraudo, A., Don Bosco, maestro de
vida espiritual, España, Editorial CCS, 2012, p 121-126.
[19] Ibídem., p 77.
[20] Cf. PERAZA LEAL, F., Perfil Sacerdotal de
Don Bosco, p 52.
[21] Ibídem., p 59-60.
[22] Ibídem., p 72.
[24] Cf. PERAZA LEAL, F., Perfil Sacerdotal de
Don Bosco, p 74.
[25] Ibídem., p 69.
[26] Cf. Constituciones y Reglamentos
Generales - Salesianos de Don Bosco, p 24.
[27] Cf. PERAZA LEAL, F., Perfil Sacerdotal de
Don Bosco, p 49.
[28] Ibídem., p 50-51.
[29] Ibídem., p 62.
[30] Viganó, E., La vida interior de Don
Bosco. Aguinaldo 1981, Cuadernos “Ñande Rape” N° 8, Paraguay, 2010, P 14.
[31] PERAZA LEAL, F., Perfil Sacerdotal de Don
Bosco, dedicatoria s/p.

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